El fotógrafo lleva cuarenta años recorriendo las calles, callejones y barrios de la capital

por Elvira Lora en el caribe / El Caribe

Domingo 27 de junio del 2004

De la simbiosis ciudad habitante, Polibio Díaz no escapa. Sus andanzas en 105 kilómetros de la capital llevan el encuadre del graffiti y el ron; sonrisas compartidas en bares; fechas de devoción y ruinas del descuido.

Absorben el cromatismo estridente, el movimiento sin sincronía, cual tráfico de hora pico o danzón de comparsas del Malecón cada febrero.

"Uno llega a creerse ciudad, o la ciudad es uno. ¿Quién sabe?", se pregunta sin olvidar su patria chica, Barahona.

En 1961, nueve años después de nacer, llegó a la capital. "Nunca he dejado de vivir en Santo Domingo, solo al viajar al extranjero. No obstante, callejones, calles, colmadones y motoconchos me persiguen".

Atribuye a la metrópolis un adjetivo: caos. Su verbo es retratarlo. Un día de 1981, de seis de la mañana a seis de la tarde, estuvo frente a la catedral Santa María de la Encarnación, primada de América.

Un vidrio del demolido cine "Capitolio" sirvió de espejo urbano. Hoy es diapositiva de un vibrante álbum en el cual se expone el equilibrio visual en medio de la vorágine urbana que lo enloquece.

Mosaico carnaval

Si de caos se trata, el carnaval es la escena. Polibio Díaz pasó siete años (1984-1990) disparando su Canon entre comparsas aglutinadas en el Malecón, cada 27 de Febrero. "No es el carnaval de Río de Janeiro pero en imaginería lo supera. Es un carnaval pobre apoyado en creatividad espontánea, donde los mejores disfraces recaen sobre los que deciden cambiar de identidad el mismo día del desfile".

Un repaso a las imágenes del álbum del fotógrafo revela a mujeres-hombres y hombres-mujeres; jóvenes-viejos y viejos-jóvenes; ricos-pobres y pobres-ricos. "Se escribe el ensayo sobre apuntes de la dominicanidad". 

De las fiestas de las carnestolendas nadie escapa. Ni Polibio. Este año, la mezcla rojo sobre piel fue imán para un retrato.

Polibio Díaz. Fotógrafo
"Exploraré a los noctámbulos"

El ritmo urbano es esencial en la obra de Polibio Díaz, sin poses ni arreglos. Desprevenidos en la cotidianidad, niños, jóvenes, obreros, devotos y bohemios son personajes de sus novelas. El primer contacto científico con la fotografía fue en la Universidad de Texas, donde en 1973 se graduó como ingeniero civil y arquitecto.

Ambas profesiones las califica como salvoconducto para invadir la realidad. En los albores de la centuria sus fotos integraron "100 años de fotografía, 1899-1999: una visión personal del siglo XX", que reunió obras de fotógrafos del mundo realizadas en ese siglo.

¿Qué trata de captar en cada fotografía?

Las alegorías cromáticas del ritmo urbano.

¿De que tonalidad está siempre cubierta Santo Domingo?

De cualquier color estridente, que refleje su ruido visual inherente.

¿Tiene horario para atrapar el caos metropolitano?

A mí me fascina las 12:00 del mediodía, para hacer aún más ruidosa las imágenes y encontrar los colores capitaleños.

¿En 'Desnudo de arena', ganó el premio de la Bienal León Jimenes en 2000, contaminación es caos?

Soy un fotógrafo de la realidad. Amo este país y por eso llevo a juicio la realidad humana y social. Esa foto la tomamos en 1999, en una de las playas de Haina, en el límite con el Distrito. Era bella y ahora solo queda la arena. La basura la copa.

¿De qué barrio todavía no ha podido olvidarse?

Maquiteria. Colmadones, motoconchos, rojo. Todo pervive en ese lugar.

¿Qué le falta aún por explorar en el paisaje urbano?

La vida nocturna de Santo Domingo, es tan amplia, diversa y reflejo de cómo ha cambiado la ciudad, más que en el plano urbanístico en el de las costumbres, a los noctámbulos citadinos. También a las capitaleñas desprevenidas. Es difícil tomarles una foto en rolos. 

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